Los nombres de Bea Gallardo e Inés Nofuentes son reconocibles en el medio del cine guatemalteco. Ambas se desarrollan profesionalmente en la cinematografía de este país. A continuación, nos comparten algunos elementos de su visión y experiencia.
Sin producción no hay acción
Bea Gallardo inició por curiosidad su camino en el cine tomando cursos de producción televisiva y cinematográfica. A la fecha, su trayectoria incluye siete proyectos. Para Bea, producir en Guatemala es una aventura, en parte porque no existe el reconocimiento de su profesión como un trabajo formal o una industria.
Considera que es necesario ampliar las voces y roles de las mujeres en el cine. Diversificar el gremio, romper con las roscas que hacen que sólo ciertos grupos accedan a financiamientos y oportunidades de crecimiento. No existe una práctica de rotación de equipos de trabajo.
Ante el COVID-19, Bea ve una oportunidad de articularnos. La creación de un gremio a través de espacios virtuales es una oportunidad.
A las cineastas emergentes recomienda documentarse, investigar y cuestiona que exista una fórmula de “buena” producción. Para Bea es algo que la creatividad y la mística van dictando en el camino. Por eso, hacer cine debe ser algo que se disfrute hacer y no al contrario.
El reto es Hilvanar proyectos con sello propio
Inés Nofuentes, de nacionalidad española, tiene estrechos vínculos con América Latina y Guatemala. Después de finalizar su licenciatura, el cine fue el primer rubro donde encontró oportunidades de desarrollo profesional. Comenzó con cortometrajes, pero sería a través de la experiencia en un largometraje de gran presupuesto que aprendería los protocolos de organización, necesarios para ejecutar un proyecto de este tipo. Ha liderado producciones diversas en cuanto a formato, fuentes de financiamiento y tamaño, incluidos programas de televisión y comerciales.
Inés piensa que la industria tiene la responsabilidad de garantizar un espacio de desarrollo y representación para las guionistas y directoras. Está a favor de las cuotas de participación, esto mientras la equidad en el medio no sea un hecho. Una de sus búsquedas es contribuir a la diversidad de la industria cultural, abriendo espacio a más historias y voces que merecen representatividad dentro del imaginario colectivo.
El desafío requiere un olfato o instinto de supervivencia desarrollado, nos cuenta Inés, sobre todo en medios que no están regulados y carecen de legislación específica, sumado a un entorno altamente competitivo. Desde su perspectiva, el reto principal es hilvanar proyectos con sello propio, que se adecúen desde su concepción a las circunstancias logísticas y financieras, sin dejar de ser consecuentes con las posibilidades estéticas de cada proyecto. Al mismo tiempo, generar proyectos que puedan llamar la atención de financiamiento extranjero sin perder el valor local.
Inés considera que existe una movilización global destinada a valorar el trabajo de las mujeres en el cine. Espera que se sigan dando pasos positivos y para ello, se tiene que reforzar el acceso a la formación y las políticas que fomenten igualdad de oportunidades en la industria.
Finalmente aconseja a las cineastas emergentes tener los ojos muy abiertos. ¡Perseverancia, paciencia y ver mucho cine!
Por Verónica Sacalxot / Colectiva Lemow
En el cine necesitamos múltiples miradas y enfoques diferentes. Existen jóvenes mujeres creadoras que trabajan día a día por ser reconocidas dentro del medio audiovisual. Es así como Juanita López y Natalia Paz productoras emergentes tienen conocimiento que queda mucho por recorrer y aun así siguen en esa lucha constante de producir en un país con el nuestro.
Natalia Paz ha sido productora en quince proyectos audiovisuales. En 2013, como estudiante de producción audiovisual, supo que necesitaría acumular experiencia si quería desarrollarse en este campo. Comenzó como camarógrafa en el programa de televisión 18-50, su primera escuela. Meses después, las ideas para diferentes programas empezaron a surgir.
No todas las experiencias han sido gratas. En el medio es común creer que las mujeres y jóvenes no tienen capacidad. A veces, basta una mirada o gesto para expresar este tipo de percepciones. Por fortuna, Natalia ha tenido colegas que aportan en su conocimiento y en su seguridad como productora. Ellas y ellos le permiten despejar toda duda respecto a su carrera.
¿Qué piensa de los proyectos cinematográficos, escritos y dirigidas por mujeres?
Natalia: Ha sido largo el camino obtener visibilidad, pero las mujeres que han escrito su nombre en la pantalla como guionistas y directoras motivan a seguir creando y dirigiendo, a no solo producir desde el punto de vista administrativo, sino desde el punto de vista artístico, plasmando nuestra visión y creatividad, tanto en el cine como en cualquier proyecto audiovisual.
¿Cuáles son los desafíos que enfrenta una mujer productora en un país donde no existe industria?
Natalia: Prepararse, querer aprender para querer hacer. Descubrir lo que te inspira y aprender lo técnico. Aportar con tus propios proyectos a la creación de la industria. Y luego, perder el miedo a crear. Por eso es importante involucrarse en los movimientos de apoyo a la cinematografía de Guatemala.
¿Cómo ve el futuro de la producción audiovisual realizado por mujeres?
Natalia: En crecimiento, con más mujeres contando historias y moviéndose para romper con la falta de apoyo y de apreciación.
¿Qué consejo da a productoras y productores cinematográficos emergentes, así como a estudiantes de esta carrera?
Natalia: Que vean mucho cine, así como lo que les guste y les interese producir; que experimenten y se animen a crear, hacer siempre lo mejor que puedan y que no tengan miedo a la crítica.
Juana López es productora cinematográfica. Cuando estaba en cuarto bachillerato recibió un taller de ciencias de la comunicación. En ese entonces, ella y un grupo de compañeros empezaron a experimentar haciendo grabaciones sencillas y tomando fotografías dentro del establecimiento. Eso fue el detonante. En la universidad decidió estudiar comunicación y tres años después, cine. Así comenzó el camino.
Ha trabajado en seis proyectos audiovisuales, todos proyectos universitarios. Considera que la subestimación de capacidades y la desconfianza son desafíos que enfrentan las cineastas en un país donde la industria es incipiente.
¿Qué piensa de los proyectos cinematográficos, escritos y dirigidas por mujeres?
Juana: Es importante visibilizar los puntos de vista de guionistas y directoras porque tienen mucho que contar y nos representan, nos dan voz por medio de sus historias; pero es muy difícil porque hay que enfrentar un contexto machista donde se desvaloriza el trabajo y se subestiman las capacidades. Como productora creo que debemos apoyarnos y buscar alianzas para demostrar que hay mujeres que hacen cine.
¿Qué significa para usted producir en su propio país?
Juana: Creo que esto es una de las cosas más difíciles que he hecho, desde la planificación hasta conseguir permisos, talento y fondos, y que esos fondos cubran la mayoría de los gastos. Muchas veces las cosas son posibles con el poco apoyo que se puede conseguir, administrándolo de la mejor manera. Pero cuando ves el resultado te das cuenta que vale la pena. Realmente es satisfactorio cuando tu trabajo dio un resultado.
¿Cómo ve el futuro de la producción audiovisual realizado por mujeres?
Juana: Creo que hoy hay más mujeres haciendo cine. Y como todo evoluciona, creo que la industria tiene que ceder en algún momento y aceptar que haya más contenido creado por mujeres.
¿Qué consejo da a productoras y productores cinematográficos emergentes, así como a estudiantes de esta carrera?
Juana: Que a pesar de las adversidades sigan creando, abriéndose camino, porque al final ver tu creación, tu trabajo, tus ideas y tus sentimientos en un audiovisual te llena el corazón.
Por Cleida Cholotio / Colectiva Lemow