Myriam Ugarte empezó haciendo cortometrajes por diversión con un grupo de amigos, hasta que decidieron sacarlos a la luz. A la fecha la mayoría está trabajando en cine. A prueba y error, Myriam comenzó a formarse tomando cualquier oportunidad que se presentara: clases privadas, diplomados, talleres, participación en cortometrajes, videoclips, anuncios… paralelo a sus estudios en diseño gráfico. Hasta que un día llegaron los primeros largometrajes. Mimi, como es conocida en el medio, habla del amor a su trabajo y lo importante que es hacer lo que le gusta, así que para aprender se propuso trabajar e involucrarse en todos los rodajes posibles.
Describe el proceso de diseño de producción en dos etapas: la primera es visualizar la idea de la dirección; segundo, conversar y soñar junto a esta persona hasta entender cómo percibe la historia, cómo la ve, qué siente y qué quiere que los espectadores sientan. Con ese ejercicio, de la mano de dirección y fotografía, se crea un concepto estético global que abarcará los escenarios, color, texturas, vestuario, maquillaje y efectos especiales, entre otros, que darán vida al relato. Con un cronograma y una planificación muy ordenada, menciona que trata de reducir los errores que comprometan la grabación, los tiempos o los recursos.
Para Mimi es muy agradable tener un set donde se viva el respeto hacia el trabajo de los demás, así como la amistad. Una parte especial de su oficio, y su favorito tal vez, es conocer y trabajar con personas de todas las profesiones, e involucrar a los habitantes del lugar donde hay que montar un set, para que se familiaricen y compartan la emoción el día de la grabación. Es una manera de respetar el trabajo de todos.
Mimi nos confiesa que tiene dos lados, uno soñador, que le da esperanzas de que la situación del cine cambie, y otro realista, que predice un camino largo, pero no imposible de recorrer. A la Mimi soñadora le gusta pensar que el cine en Guatemala solo va en ascenso, con más producciones cinematográficas, más trabajo, más profesionales y algo muy importante: más mujeres haciendo cine. Por contraparte, sabe que existen muchos obstáculos, muchos de ellos relacionados a las dificultades para promulgar una ley de cine que ofrezca seguridad al gremio a nivel gubernamental.
La realidad del cine nacional es complicada y se mantiene a flote gracias a los recursos personales de cada cineasta o los fondos internacionales, los cuales suelen estar acompañados de procesos largos y agotadores. Eso no ha impedido que el cine de Guatemala esté dando pasos grandes y se ponga en la mira de los festivales internacionales, logrando poco a poco algunos avances. Una clave es la voluntad de las personas que hacen cine para estar más agremiadas y asociadas.
Muchos de los obstáculos que hay en el mundo audiovisual de Guatemala se asumen como retos y eso ha permitido cierta industria audiovisual. Sin embargo, Mimi nota que la falta de recursos económicos para el desarrollo, producción, post producción y exhibición no deja de ser parte de la cotidianidad, aunado a la falta de acceso a la formación profesional. Aún es un obstáculo y un sueño el acceso a un seguro social, un fondo de retiro y salas de exhibición accesibles.
El cine es economía, subraya Mimi, y también está hecho para que la gente se reconozca en él, para proteger las tradiciones, contar las historias del país y resaltar el patrimonio cultural. Es tanto un reflejo de las identidades como un gran generador de ingresos; que el Estado impulse ese potencial parece algo utópico.
Por eso el reto mayor es promover políticas públicas que fomenten las industrias creativas y plataformas que las impulsen en todas sus etapas.
El cine este hecho de historias. Mimi siente la necesidad de ser parte de ellas, pero contadas desde la mirada y el sentir de las mujeres. Para ella, el mundo necesita empezar a verse y percibirse desde nosotras. Actualmente desarrolla una serie de cortometrajes enfocados en mujeres que espera mostrar a principios de 2021 a modo de archivo y ensayo. También está trabajando en el desarrollo de su primer largometraje de ficción y ha iniciado con buen paso, pues su proyecto ha sido seleccionado para el taller de desarrollo de guión en Ibermedia.
Debemos lograr la equidad de género, abrir más caminos a mujeres y crear redes que nos impulsen a generar y compartir nuestras historias desde puntos y perspectiva diversas. Trabajar con un crew de chicas ¡Female power!
El cine llegó a la vida de Samantha de León desde su infancia. Su familia siempre fue amante de ver películas rentadas. Recuerda que veía cine de culto con una tía, aunque en sus gustos principales estaban y siguen estando las películas de terror y efectos especiales. Le encantaba ver los BTS (proceso de rodaje) antes de disfrutar las películas.
Desde niña traía en las venas la necesidad de ver y hacer arte. El teatro, el cine y la fotografía la han acompañado toda la vida. Desde los juegos infantiles hasta la escuela, recuerda recrear obras de teatro, para las cuales confeccionaba vestuarios y utilería, dirigía a sus primos o compañeros, colgaba un telón y hasta buscaba música de fondo. La actuación era algo natural.
Sus padres, fotógrafos, fueron el primer contacto con las cámaras. Al arruinar una cámara por experimentar, en vez de disgustarse le compraran una. Así comienza a ver el mundo detrás de un lente.
En 2012 completó un diplomado en actuación para cine en Casa Comal. Contrariamente, allí se dio cuenta que ya no quería estar frente a la cámara sino detrás, produciendo y proponiendo desde su visión.
El cine es un arte en colectivo, los cineastas, menciona Samantha, deben conocer lo más posible de otras áreas. Por eso ha incursionado en dirigir, se ha capacitado en fotografía y, de manera autodidacta, en diseño gráfico e ilustración digital. En campo también ha trabajado en producción, gestión y script. Sin embargo, el diseño de producción es su fuerte. Para ella es una carta libre, donde puede proponer ideas, ver opciones de vestuario, diseño de modas, texturas, patrones, colores. Las pinturas antiguas y surrealistas la inspiran y el futurismo visual es una corriente que le gustaría ver más por aquí.
Manipular más de cien sapos y babosas en el set durante el rodaje de La Llorona de Jayro Bustamante; o el premio a Mejor Vestuario en el festival de Cine Sinopsis con el cortometraje futurista Insurrectos de Ana Lucía Ponciano son dos experiencias valiosas que atesora.
Como muchas de sus colegas, para Samantha la situación de la cultura y el arte en Guatemala se complejiza mientras el Ministerio respectivo siga recortando el presupuesto y en el caso específico del cine, mientras se carezca de una ley de cine integral. Esto no impide que el presente tenga cosas positivas: hay más posibilidades de estudiar esta profesión, aunque no dejan de estar centralizadas.
Los retos en el gremio los encuentra desde la producción hasta el set. Samantha lo ejemplifica de la siguiente manera: en algunas productoras de publicidad no se cuentan con los protocolos ni con contratos que respalden económicamente a los realizadores. En el caso de las realizaciones artísticas e independientes, se afronta altos costos de producción y el mayor reto es contar con fondos para proveer un salario digno a cada uno de los miembros del equipo. A esto se suman los desafíos de la pandemia: el distanciamiento social, el uso de la mascarilla y otras medidas de salud necesarias, pero que elevan el costo de producción.
Respecto a la equidad de género, Samantha cree en el valor de tejer redes para generar y compartir nuestras historias desde puntos y perspectiva diversas.
Un proyecto donde tiene el corazón es Sam Corn Props, el cual está en desarrollo, pero será un rental con varios artículos de colección, antigüedades, artículos curiosos, cuadros, vestuarios, maquillaje y artículos de arte disponibles y al alcance de las productoras locales y realizadores independientes. Junto a esto, su otro sueño es especializarse en técnicas de maquillaje SFX y fabricación de monstruos y alienígenas con animatronics.
No cabe duda que la pasión de Samantha está dirigida a contar historias que todavía no se producen con frecuencia en Guatemala: ciencia ficción, eventos paranormales o terror. Seguramente, cuando veamos películas de estos géneros realizadas en el país, el nombre de Samantha estará en los créditos.
Por Verónica Sacalxot
Agradecimientos especiales a Julio Urizar por apoyarnos en corrección y estilo de las notas de «Enlaces».